Miércoles Santo, balcón a la gloria,
imagen directa de las cosas,
noche de sentires, miradas emocionadas,
claveles, geranios, luna de farol divino.
Vuelvo a ser niño . . .
Alrededores colmatados,
noche espléndida de cofradía,
río de luces, olores temporales . . .
El Hijo de Dios al alcance de mi mano.
De niño, lo contemplaba bajo el arco . . .
Atrapado por las redes de la fe,
entre nubes de incienso y nazarenos,
aparece el paso de misterio,
“izquierda alante. . .derecha atrás”
En otro tiempo, cada Miércoles Santo, miraba al cielo . . .
Imagen del Paciente que me queda sin palabras,
imagen del Humilde que va regalando paz,
imagen sobria, sin adornos,
imagen que espera el abrazo de Zafra.
Ayer alumbraba de nazareno . . .
Cruzamos nuestras miradas, con la Colegiata de testigo,
siento consuelo en mi soledad, en mi pobreza,
en las adversidades e injusticias . . .
le hablo de la vida indefensa y amenazada . . .
Ojalá todos podamos ser niños . . .
Acompañando la espera del desenlace,
una madre donante de silencio y gratitud,
madre concebida por la fe y el misterio,
madre portadora de palio blanco.
Una madre de terciopelo y plata
madre que sale del paso para darnos su mano,
madre de salud y esperanza,
madre de vida y por la vida.
Curso la reserva eterna de este balcón a la GLORIA.
Ángel Muñoz García
Gracias Ángel